"The more things change, the more they stay the same". Ha pasado poco más de un año desde aquella noche del 2 de abril y da la impresión que el estado de las cosas sigue igual: Roman Reigns sigue acumulando días y semanas como Campeón Indiscutible de WWE y Cody Rhodes sigue siendo el principal contenedor a arrebatarle el título. Pero sería injusto e ignorante decir que las cosas en WWE siguen igual. Con Triple H a cargo de los libretos y la organización que vemos como fan y televidente, WWE parece ser una empresa desatada de los grilletes autoimpuestos por Vince McMahon , creador y visionario ahora caído en desgracia y mandado al olvido (por ahora). Esta WWE volvió a las palabras de grueso calibre, a la sangre, a la violencia más apta para el público adulto. No es la attitude era ni de cerca, pero puede ser una Ruthless Agression 2.0, con luchadores con mayor libertad en el ring y en el micrófono. Y esto se traduce en el nivel de popularidad de WWE en estos días, con ar...